¿Qué es a lo que realmente debemos temer? ¿Es el miedo al
fracaso? ¿El miedo a la mediocridad? ¿El miedo a no ser amados? ¿El miedo a
perder lo que tenemos? ¿El miedo a no superar lo que somos? ¿El miedo a no ser
lo que soñamos ser? ¿El miedo a que las cosas no sucedan como planeamos? ¿El
miedo a que la vida imponga sus condiciones? ¿A no ser lo suficientemente
buenos?
El único temor a vencer es el temor a no ser felices, somos
lo que tenemos que ser según nuestro corazón y nuestras ideas, si somos felices
podemos escuchar más claramente al corazón. Una vez que seamos agradecidos con
la vida, nos volveremos personas felices, porque son las personas agradecidas
quienes son felices, y no las personas felices las que son agradecidas.
La felicidad es un estado único de plenitud y pureza, en el
cual podemos vislumbrar el futuro realmente prometedor, el presente realmente
encantador. Y no confundamos a la felicidad con ese estado de euforia en el que
reímos como idiotas y somos instantáneamente alegres. La felicidad nada tiene
que ver con ello.
La felicidad quita la máscara del miedo y de la
incertidumbre, dándonos con ello la plena certeza de que somos seres valiosos del universo, y de que en
nosotros reside la valentía para acompañar a nuestros sueños para su plena
realización.
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